Me resulta por demás ridículo que contados trotskos o marxistas, no pocos nazis y alguno que otro locomotion suelto, sostenga un posible acceso al superhombre mediante un trabajo de conexión interna, de ideales puros y de cuanta virtud más se quiera enumerar. Aceptemoslo, ya el mismo Nietzsche lo dijo más o menos así: una cucaracha está más cerca de ser un hombre que un hombre de ser un superhombre (o ultrahombre, como prefiera). El superhombre no es un trabajo colectivo ni idividual, es la evolución planteada como un proceso natural. El superhombre de Nietzsche, no es el Che Guevara, no es la raza aria, no es el más experto de los monjes del Templo Shaolín, no es Johnny Depp, no soy yo. Si las suposiciones nietzcheanas son certeras, miles y miles de años nos faltan para dicho crecimiento, pero a cómo vamos, no creo que el mundo aguante.
Axel M. López
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