sábado, 20 de octubre de 2012

"Mujer saliendo del psicoanalista" de Remedios Varo.

   Si uno la mira bien, es decir mirándola, abarcándola y luego cerrando los ojos, encontrará una mujer de treintaitantos (se la ve pícara en la mirada), su cuerpo todavía bien moldeado denota que no ha tenido hijos. En el costurero pequeño que sostiene con la mano derecha, relojes, mecanismos. ¿Por qué sale tan oscura?, ¿esa es la impresión de uno mismo al salir de una sesión terapéutica? Quizá sea así de oscura sin más y punto. Esos pelos haciendo las veces de cuernos explicarían un primer y evidente descontento. Lleva botas que la llevan a sí misma, a su estética. Hace lo que todos al salir del psicoanalista, sostener en la mano, como un ocaso lejano e inaccesible, como humus, como ceniza al manantial, la cabeza de su analista, al borde, con la pose de una falsa ama de casa que pisa el tacho de basura para abrir la tapa, y botar dicha cabeza a esa fuente tan cerca de su instante.
   Si uno puede ir más allá del cuadro -desde él-, será capaz de contemplar que, atrás de su túnica, justo en su boca, como un recidente, un eterno huesped, habita una tarántula, dormida en su lengua. Porque si se mira bien, la cabeza que carga es joven, no es barba lo que tus ojos ven, son sólo hilos y nada más.
  

sábado, 13 de octubre de 2012

Funeral


   Es insignificante que al funeral de un payaso hayamos venido los poetas con los poetas y los malabaristas con los malabaristas, como una meticulosa orquesta sin sorpresas o el comedor de un obsesivo compulsivo. Lo que importa, lo que realmente importa, es que nos ha dejado un amigo qué digo un amigo, Rulf era como ser un ejemplo para todos nosotros, un símbolo o ícono de todo aquello a lo que aspirábamos, aquello que anhelábamos: la sonrisa contagiosa, la risa desenfrenada como una varicela.
   ¿Cómo no llorarlo y agradecer por tantos años de compartir juntos charlas metafísicas?, ¿cómo no extrañar la incomparable rareza del aroma a fresno en su clásica chaqueta escarlata?
Hoy lo velaremos a cajón abierto y cuando lloremos sobre su pecho, de su flor nos salpicará agua, y se reirá en todas nuestras caras con el talante de sus bromas. Déjenme despedirme último, que todavía tengo esa esperanza.

martes, 9 de octubre de 2012

Tela de araña



Tela de araña, tejedora de sueños sureños errantes del errabundo vagamundo.
                ¿Qué sería de mí sin el respetuoso asco que me producen las arañas, qué sin los sueños que tejen en la esquina del cuarto que no tengo?