sábado, 9 de febrero de 2013

Letargo




                Letargo es vida. Prolongar lo prolongable hasta que el cuerpo sea cáncer así como lo es el hombre en el mundo. Letargo es que nuestro querido y hermoso planeta –al que debemos cuidar y amar según aquellas corporaciones petrolíferas o nucleares o metalúrgicas o de telefonía móvil– esté donde está, aletargado en un punto, ni más cerca del sol, ni más lejos, posibilitando el letargo cancerígeno que somos incluso antes de contraerlo. Las mismas corporaciones que nos hacen predicar el amor son las que nos todo (incluso el cáncer).
                Cierre los ojos, imagínese su edén terrenal, la mujer o lo que quiera de su letargo (que es vida según me lo escuché), los niños todos castaños jugando con el candor de los felinos a acariciarse con la violencia y reírse de cuanto tibio dolor los complazca. Imagínese un pequeño paraíso de flores y vientos puros, de recuerdos alegres de fiestas inolvidables, de la torta de acelga y huevo duro de mamá. Imagínese qué haría usted si en su edén pudiera o pudiese incorporar tanto como quiera y métalo todo adentro, quémelo todo, vea cómo el humo realiza nuevas formas, cómo las nubes regordetas por sobre usted se aglomeran, se amalgaman, se fusionan, se llueven en sí mismas.
                Imagine que imaginando se puede atisbar a aquello que nos desletarga.