domingo, 23 de septiembre de 2012

Catarsis



    Y qué tan contento de andar por la ciudad con el frío y la humedad, yendo de una calle a la otra para terminar invirtiendo en tabaco y alcohol, en la muerte legalizada. De la psicodelia no entendías nada ni querías entender, te asustaba. Tarde había entendido que nada de eso era para vos, tarde había entendido que eras parte de otro mundo que erradicaba cualquier conocimiento por los precarios lujos capitalistas, estabas más cerca de una triste farándula que de la bohemia incomprendida, más cerca de un cielo recurrente que de los infiernos más inusuales. Pero eran tus labios, tu caminar por las aceras como si fueran angostas para tu silueta, y qué tenía yo que ver con eso. Y del querer encontrábamos supuestos, fascinaciones, era el lacerar de los cuerpos repletos de rendijas y escondites. Encontrábamos siempre cualquier motivo de confrontación y mordeduras y besos, de agredirnos con palabras que no nos herían porque éramos enemigos antes de ser amantes. Asistías a cada una de mis palabras sin ninguna capacidad de ir más allá de la superficie, te quedabas con aquella incomprensión y reproducías el discurso como quien recolecta manzanas sin saber qué era recolectar y qué manzana, diciendo que todo eso era prohibido, de alguna manera que no sabías explicar eso estaba mal, estaba mal que yo quisiera abrir tu sexualidad como una amapola, estaba mal que yo quisiera frenarme a charlar con cuanto borracho falopero se nos cruzara, estaba mal que ande por la calle sin remera, estaba mal que diga droga, que diga realidad, que diga muerte, que diga todo lo que digo siempre y tan vacío me hace sentir.

martes, 18 de septiembre de 2012

No puedo renovar ni un poco



   Allá va todo yéndose. ¿Qué lo lleva? Ahora la maduración de saberme solo. Siempre lo estuve pero hace algún tiempo dejé de engañarme. Esa es la verdadera maduración y el verdadero crecer. Somos lo que no somos, y eso que somos está en completa soledad. De esa noción se puede entrar en el odio sistemático con una facilidad nada inquietante. La creación es abominablemente cruel, ¿cómo no serlo yo? Mis pares se podrán ir bien a la re puta mierda. Conquistaré el mundo, formaré un imperio, mataré aborígenes, me haré el nuevo Hittler de esta nueva era. De acá a veinte años, ya lo verán, tendré el planeta entero el mi sala de estar. Las mujeres se pelearán por practicarme sexo oral pero yo me negaré, ya estoy satisfecho sexualmente. No paré nunca de hacer el amor como si cada vez fuese la última. (Un día ya no pude, ya no quería, ya no necesitaba).
   Está lloviendo, hace un poco de frío. Mi perro se sienta a mi lado, está inquieto y parece perturbado. Escribo sin pensar, otra vez, y no me gusta lo que escribo, pero al menos lo hago  sin pensar. El automatismo necesario para la vida. Escribo y me vuelvo a sentir vivo, cuando no lo hago ese silencio literario me desmesura, me comisura, me todo tipo de suras. Lo que me pasa es la vida me dijeron lo más inteligentes. ¡Ajá! Quiero todo lo que no tengo, algunas cosas que tengo las mantendría, pero la mayoría no, casi ninguna. Después de eso estaría igual que ahora y quizá ni escribiría. Todo es negro pero la posibilidad de emblanquecerlo lo opaca aún más, lo ennegrece. Soy un poema que nunca escribiré y no hay con qué darle. Mis anhelos se reducen cada día más, ¿eso es la vida? Cuando era chico quería algo imposible sabiendo que era imposible, pero con cierta leve esperanza de lograrlo. Hoy no pienso en imposibles: maduración. Es tan triste ir cayendo a la deformación de mi propio ser que cuando al menos hay algo que me recuerda a mí suelto una sonrisa sintética, me avergüenzo felizmente, regocijo escondido de saber que si quisiera cometería cualquier propósito. Una vez me dije que tenía que sobresalir en todo lo que hiciera y cuando escribo me quedo acá, dentro del texto, cuando quiero ir más allá me siento tan típicamente humano, recónditamente vulgar.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Antimetafísica del Tiempo

   Voy a hablar del tiempo. Acabo de decirlo y ya entro en pánico. Ayer fui viejo, pero antes de ayer estaba muerto: cada dia estoy mejor. Tiempo no clima, un cielo despejado, un viento aceptablemente tibio (con un buzo se está bien) y la humedad no es tanta, lo que sorprende en Buenos Aires. Tiempo no mi percepción de él. Tiempo como dice un físico en números pero desde la literatura. Tiempo no hora, no reloj, 23:45, donde en quince minutos ya será otro día pero sólo acá en mi ahora de pensarlo quince minutos antes, en Buenos Aires (sin humedad) porque en otros lugares es y hace otra hora y otro Tiempo. Tiempo de dormir: casi la media noche. Tiempo del insomne: casi la media noche. Hablar del tiempo pidiendo flautas y figazas en la panadería: casi la media noche -recibir nada-. Mañana seré niño y más luego naceré. No cuento la película de Brad Pitt, por suerte. Mañana seré niño pero para eso faltan sólo diez minutos. Más tarde dormiré y tendré sueños de niño, tendré amores a los que salvar del Dragón Tempus en la Torre de Marfíl, en el país de Alládondenoexiste. Nombre de pila, Ilusión, nombre materno Tobías, nombre paterno Ausencia (siempre me quiso nena).
   Hablar del tiempo como un físico que hace fórmulas pero literariamente, es decir con palabras, ¿qué es el tiempo? Dije que iba hablar no a definirlo. Acabo de acomodarme en la silla, luego me soné la espalda, después miré al suelo y pensé qué escribir, nunca fui trapecista.
   En un segundo puedo teletransportarme al más allá de cualquier tipo de operación si sólo quisieran usarme de anestesia (nombre de pila). El tiempo es aquel fluir que va de rostro en rostro jugando como si ellos fueran globos rellenos de arena. El tiempo es la más grande Voluntad Independiente. Ojalá aprenda a contarlo en nubes.  Una vez un hombre logró la inmortalidad y supo que el Ahora era lo único atemporal.
   -¿Cómo pudo vencer a la muerte? -le preguntaron.
   -A la qué.
   -¿A la Muerte y al Tiempo? -repreguntaron.
   -Al qué.

Desperté

Soñé que manejaba un auto
y el volante se atascaba

(llevaba algún que otro familiar
¿adónde?)

No era que sólo podía ir en línea
recta
sino
que se me travó doblando.

¿Se entiende?

No podía dejar de doblar
y el pedal de freno
directamente ni existía.

Acelerar doblando
así era mi sueño.

Y me veía en la condena
de andar en círculos hasta agotar nafta

o chocar...

Deseé despertar:

                              desperté...

martes, 11 de septiembre de 2012

Debe ser otra cosa.

Fue una fuerza pero no. El problema siempre son las proyecciones.
Algún día descubriremos que la felicidad no existe y por tanto
la infelicidad. ¿Qué cómo me siento yo? Igual que ayer pero
en distinto día, pero a quién le interesa.
Perdón por dejar la luz prendida. Siempre el conflicto es que
todavía le interesamos a alguien. El día más glorioso será aquel
en el que a nadie le importemos para por fin dejarnos caer,
y hacer del caer un arte, realizándonos,
y socavar un yo inerente al sentimentalismo.

El problema es que no hay problema
y es lo que realmente preocupa,
agobia. Todo problema mayor es mayor
incluso a nosotros. El problema es el snobismo
de tener que desear algo material y acudir
a psicologías sistémicas de cotillón.

Dicen que el nixanémico realmente puede salvarse
pero es necesario un conductista. Alguien que marque
y remarque,
y tulín-tulín.

¿Pero no apagará esa salvedad el humanismo más neto?
Y si lo apagara, ¿no sería un despropósito?
¿No es la humanidad en sí un despropósito?

Ceder a las drogas buscando un diente de león
en uno de ajo. Vivir bien dependiendo de.
Dicotomías clásicas. La dialéctica es insoluble.
El problema es el lenguaje y seguir acudiendo a él.
Vivir debe ser otra cosa, más parecida a un espectáculo.



Tratando de exorcizarme algunas ideas pessoánicas.

                                                         I

  No sé si quiero escribir o quizá no tenga nada mejor que hacer. Estoy escuchando una canción que realmente me gusta mucho. Pienso que la música se expresa teóricamente argumentándose en sí misma, como una rueda que rodando se hace rueda pero que nunca fue otra cosa, pero de una forma que en la literatura parece ser desacreditada.
  Este o aquel tipo dice mucho pero no dice nada. Parece que el literato está inminentemente encrucijado en la obilgación de contribuir con un aporte cultural de índole incierto, para fines inciertos. Preferible sincerarse: no sé si quiero o no tengo nada mejor que hacer. Cualquier entendido puede percibir con celeridad que la literatura es como esa rueda que llamamos música pero con palabras enhebradas y allí, en la enhebración, está su cualidad y calidad y contradicción -porque digo esto creyendo que no digo nada y entonces es lamentable-. De cierto modo pensar o creer así la literatura es penoso porque carece de. Mejor la exigencia de que el escritor es un tipo culto porque en toda exigencia hay una insuficiente aproximación: de a ratos puedo decir algo.
  Ergo, ¡viva la encrucijada!, los ritos del sexto dedo que se sumerje en el tintero como una cuchara en el café endulzado.
  Digo que en el fondo ciertos estereotipos sirven para, etc.
  Digo que cualquier deforme o infeliz puede escribir y sentirse mejor que al mirarse en el espejo (sobre todo los deformes) y que leer es buscar un reflejo encontrando semejanzas como castañas entre pasas de uva. Acudiendo a un perverso entretenimiento en alguna clase de desconsuelo ajeno, para desatender desde una supuesta productividad el desconsuelo propio. Productividad siempre en tela de juicio. ¿Leer o contarse los piojos?, ¿leer o cotillear lo mal que está yendo a don Jorge?, ¿leer o soplar y hacer botellas que qué te pensás?
  Digo que mientras unos se sienten mejor y más hermosos peinándose frente al espejo, otros en cambio nos regocijamos con nuestra ironía y nuestro cinismo.

                                                    II

  Todo lo real pasa a verse como una evidente pulsión hacia una cosa variable complemtamente y, si la cosa es variable, aquella pulsión no menos tangible (de hecho lo más real) también estará sometida a una constante metamorfosis.
  Ya no pretendo un producto total y definitivo porque nunca mantendré estática la pulsión, porque sería irreal hacerlo. Ante lo inmediato (si esa pulsión es también deseo) encuentro un alcance próximo que me contente.

                                                   II (bis)

  No es que vaya resvalando por tu cuerpo como si hacerlo me sacara de mí y fuera por un momento inagotable el olvido, un irse, la elevación misma. No todos los pájaros vuelan igual porque siquiera van para un lugar común, pero yo parece que vuelo cabeza abajo. Pájaros y colores: no puedo otra cosa. Dormir contigo y ver las horas pasar (pájaros y colores), ver porque dicen que los ojos están conectados con el veinticinco porciento del cerebro, y ya te expliqué que existe un ojo en cada dedo hasta que algún día seremos un ojo desde donde ver sin razón ni memoria.
  Resvalo por tu cuerpo porque de cualquier modo es lo que quiero en el mismo momento en el que lo hago y si ahora te tuviera acá, no estaría escribiendo.

                                                     III

  Todo cielo se oscurece irremediablemente. Hoy el día no brilló, ni yo en él. Hay gente que se desinteresa completamente por casi todo y acepta un pozo ciego donde desechar cualquier posible reflexión y creencia, asumiendo una fidelidad con lo conocido. Está seguro de anhelar un divorcio entre su pensamiento y su capacidad concreta. Tiene sueño y duerme, tiene hambre y come. Compra romanticismo al por mayor. Ya no propone ningún vuelo.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Le dije a la locura que se olvide de mí

Le dije a locura que se olvide de mí
que se ol vi dedemí
que se olvide demí

le dije a la locura que se olvide de mí
que se olvidedemí
que se olvide de mí

le dije a la locura
que se olvi
que se olvi
dedemí

le dije a
le dije a
le dije a

que se olvide de mí
que se olvide de mí

locura
oh
locura
oh
locura

le dije a
le dije ah

le dije ah
que se olvide de mí

le dije a la locura que se olvide de mí
locura oh
locura oh

que se olvide demí
que se olvide ah
le dije oh
que se olvidedemí
quese olvide de mí

le dije ah
locura oh
que se olvide eh.

Cada tanto

Ya no quiero pensar en nada
y digo por pensar literatura,

pero lo digo desde ella
y pensándolo
lo que resulta abominablemente
                    absurdo

y si tu figura se superponiera
vestida en humo
a la figura que se autodefine como mi cuerpo
y si gritaramos de placer,
y no hubiera en el cielo
otro axioma de disfónicos,

mientras y durante
como un eclipse que dice ser
y que es,

mientras proclama no pensar
como un grito de felicidad siempre mentirosa,
y redefine pensar por literatura

y desde ella el manifiesto,

desde ella
                 hasta vos.

Más de prismas y ojos y posturas y literatura



                                                    I             

Si uno es capaz de encontrar un prisma sumergido en un ojo gris con la misma facilidad con la que se encuentran canciones que nos gustan en la radio, quiere decir que uno todavía puede aprender algo, saberse en alguna dirección, tener una postura y defenderla. Muchas veces me pregunto si la literatura me saca de algún lado o por el contrario me incorpora en imágenes sin ningún fin que no se resuma insinuativo. ¿Sacar?, ¿incorporar?, ¿qué clase de verbos son esos?, ¿qué palabras inmediatas a la proximidad de la locura? De un tiempo a esta parte me viene la nueva de que si uno es capaz, realmente capaz, de encontrar un prisma sumergido en un ojo gris todavía queda algo por decir, y en el decir siempre hay un hacer. Toda acción dialéctica no pierde su condición de acción, no se aplasta en sí misma. (No Axel, otra vez no, del ojo a la luna no).

                                                      II

¿Qué salvedad llama a las puertas en deshora en el instante más agónico de un apagafuegos? Formar una forma, dibujar un elixir o escribirlo, pretendiéndolo como a una amante inalcanzable. Fotografiar pirámides pero dando vuelta la cámara o dándonos vuelta nosotros. Recitar de corrido trabándonos palabra de por medio, desentendiendo nuestra caligrafía. Mirar la luna como si miráramos un ojo, o al revés. Todo al revés.
¿Qué puertas en deshora de un apagafuegos llamará a la salvedad en el instante más agónico? (Me froto los párpados como si eso…)

                                                       III

Bailamos por horas y nos metemos de todo en la nariz cayendo en el río más sucio y común. No hay prismas en los ojos, las figuras figuran sólo en la desfiguración. Una vez supe que todo estaba marchito: esto que digo, esto que vivo, esto que ves, esto que olvidas. Marchito como una disfonía, marchito como un pentecostal, marchito como un ente de los que corren buscando entes, deteniéndose al topárselos. Buscamos una vida idílica pero somos incapaces de entender lo idílico y no nos conformamos con la vida misma. (No hay paréntesis que me desmientan).

domingo, 2 de septiembre de 2012

El no-artista

   No es porque seamos pasado pisado o cardumen volátil que presumimos el desconcierto de un porvenir de lo más previsible e inevitable. De hecho porque es una elección creer en algo variable en tanto que en la proximidad dichas variaciones serían mínimas del día a la noche y de la noche al día, apenas perceptibles y mucho menos dignas de mención, al menos hasta que son analizadas como un largo proceso que los investigadores, cardúmenes oficiales, tienden a simbolizar y representar de manera sumamente aburrida; inescapable en esta irrealidad que se concibe como presente si no se constituyen fuertes voces críticas que apunten al reclamo desde un algo que en sí mismo se vindique como una renuncia al arte que, de cualquier forma, será considerada como arte por los investigadores, por la crítica y la mayoría de cardúmenes volátiles que conjugarán, como se ve desde siempre, la misma irrealidad de un presente que, en el mismo acto de conjugarla y reconcerla, se la apropian como fieles y leales consagradores de las viejas tradiciones humanas.
   El artista que se asuma como no-artista será, más que ningún otro, el notable prejudicado por su condición disfuncional, sometido a los bordes de sus grandes abismos personales y como si fuera poco, a las hogueras institucionales latentes en el discurso que diariamente lo aplaza. Este no-artista parece estar condenado a una gloria post-mortem, a la reclusión en la mayoría de los ámbitos sociales, penosos destinos de poca cosa desembocantes en los antagonismos recurrentes, los mismos que agudizan paulatina y verosímilmente su genialidad paseándolo de pregunta y mayéutica a la repregunta y para concluir en el silencio. Entonces decidirá si seguir con su no-arte o quizá buscar un-empleo-en-serio, amistades superficiales part-time y no me pidas ayuda en tus mudanzas, grandes inversiones en entrenimientos de tipo excéntrico, hasta que... algún remoto día de ese porvenir (pre-vi-si-ble) recordará lo que fue, viéndose en lo qu es y admitirá con cierta desesperanza una intermediaria resignación
y querrá llorar
y será olvido.

sábado, 1 de septiembre de 2012

¿Adónde van las ninfas cuando le hablo a la pared?

   La única búsqueda metafísica posiblemente fructífera, cometible y que, en gran medida, puede lograr su oscuro propósito, es el asesinato o el suicidio. No lo digo por nada, pero es allí donde la búsqueda es el encuentro mismo. No hay por qué llorar si esas lágrimas (no lo digo por nada) no se confunden con el rocío en la fauna y obtienen alguna confluencia superadora. Si ahora mismo llorara y esa lágrima se secara en mi piel, sería sin más una simple autosatisfacción, sería golpear a mi inocente perro y dolerme en la culpa, sería la facilidad de siempre en la estupidez de creer en la existencia de un alma invisible, sin cuervos ni pasadizos de lo más palpables hasta en el primer pelotudo que se nos cruza por ahí.
   Todo está allá donde no llego y así ando por las preguntas mediocres de mi característica mediocridad, de por qué el abismo y por qué el miedo al mismo. Sin encontrar más solución que el contagio apenas incipiente a veces llamado política otras amistad, de manera que más de una vez me resultan lo mismo porque nunca dejan de corresponder a. Conclusión previsible pocas veces acatada: sólo me juntaré con aquel que también crea esto.
   Allá donde no llego, donde las ninfas corren, mi breve paraíso de cristal, porque no hay lugar para mí que no se me presente como anacrónico o futurista, no hay lugar para mí en la concreta existencia en su correspondida temporalidad. Me veo como una hoja que quiere caer para arriba (esta hoja antes blanca, por ejemplo) o como una sombra anhelando esperanzadoramente un brillo imposible. No lo digo por nada, pero la sopa se enfría, bébela rápido; la vida es una sola y si fueran dos lo mismo por la numeración...
   Lo más inextricable es saber que cuanto más fuera de mí, más yo sutilmente sorprendiéndome, gratamente renunciando a cualquier tarea metafísica; cuanto más fuera de mí, más cerca de allá donde no llego, donde todo fácilmente se entrevee perdido y no es concebible otra forma de exorcismo que no sea el arte.
   No hay en el mundo lugar para mí, ni hay forma de salir, sólo una técnica para caminar en el borde de ese abismo con el mismo miedo invariable, pero despreocupadamente. Y desde ahí todo lo que ansío es un loquero con la medicación que decida. Vale aclararlo: nunca me molestará trabajar por el morfi, pero me resulta repugnante e impensable trabajar para enriquecer a los reyes parlamentarios (sarazamentarios) y a sus respectivos esclavos y representantes en las empresas alimenticias. Quiero el bosque y quiero las ninfas.
   Hace siglos que no hay dato adjuntado de la última vez que se vieron ninfas. Evidentemente fueron desterradas de sus bosques y el problema no es la irremediable política como tal, los oscuros pasadizos del alma, sino el desencuentro, la ignorancia. Por qué y para qué esas ninfas son desterradas a su precario destino inevitable de la sistematización. Pero muy usualmente el "para qué" es el "para quién", aplicado al caso.
   Quiero un loquero para soñar, sin juicio alguno, con ninfas; quiero pájaros cantores de blues y sirenas a coro; quiero sacarme la piel y el llanto como prueba viviente de un nuevo mundo más hermoso y más posible. No es que quiera habitar el sueño (no lo digo por nada) pero es que ya no quiero resumirme al arte como honorable manifiesto tributista a todos los suicidas. ¿Y qué, cómo puedo...? Así ando de pregunta en pregunta sabiendo que con esto mismo que me pregunto y con alguien que lo lea estoy invadiendo culturas y culturas de ninfas, a las que les pongo ropa y precio junto con sus árboles. Así me muevo en este no-elegir mi vida, por no tener chance. En nombre de la humanidad y las ninfas y los faunos debemos dejar de hablar del amor y la libertad sin conocer ni ninfas ni faunos y con sólo la mínima idea de Humanidad. En nombre de los hijos que aún no tenemos debemos prenteder la construcción aunque sea, mínimamente, con ladrillos de palabras, donde lo más indispensable sea la educación: para el cambio que invariablemente cambiará la educación que lo gestó. Pero, ¿volveremos al bosque o será un simple meneo entre cenizas?
   La única búsqueda es el filo de un puñal poético, digamos la política o los amigos, recireproeducándonos. La concha, pito, pito, pito, bien de su madre, padre, tutor o encargado. En nombre del Hombre también dejemos de decir hombre, y no digamos nada pero sobre todo dejemos de hablar de amor y libertad creyendo que eso resume algo, pero más aún dejemos de resumirnos en el arte sino extendámonos en él, es decir en vez de nadar por placer nademos por limpieza como las ninfas y que sea eso el placer mismo. Debo bañarme porque me gusta y por el calor y porque me gusta refrescarme cuando tengo calor y en invierno no hace falta tanto a menos que la ninfa quiera. Renunciemos a las mitologías del consorcio , a la metafísica que se abstenga de Re-Bolu-Zión. Para hacer de la cultura algo como un cuervo al que nos exponemos a la fantochada de jugar al muerto y en la primera de cambio que nos venga a picotear nos volvemos animales en simulacro de fénix y lo cazamos en plena tarea de carroña y de la religión un nimio pedo hediondo, un trapo rejilla, el cadáver de un Sadoma necrófilo. De tanto coger con las ninfas que el Cuervo cultura se coma el Cadáver de Sadoma Necrófilo y al fin el paganismo más elemental y hermoso. Desde el oscuro pasadizo del alma un paraíso de cristal donde no haya otro perfume que el de los muertos en el parlamento.
   (No lo digo por nada). En nombre de mi nombre me cayo, porque me cansé de la escritura: hablar con la pared y contemplar en ella cómo se plasman las palabras.

La punta del zapato

                                                       I

  Como una estrella sin noche
  o algo que cae de una punta
  -el inicio, dirán, el posible final-,
  y se estampa contra un suelo temporal,
  una silueta sin cuerpo se descalza
  pretendiendo un fuego fatuo
  que me fue vedado
  me fue pájaro intocable,
  estatua metálica

            y mientras baila
   perfume sin aroma
            perpetuo gesto en la oscuridad

   donde mi nombre
                               es nunca
   algo cae (de mí)
              noche sin estrella.

                                                      II

   De la punta de su zapato mil formas
  como de una fotografía:
  un disparo semejante a un calcetín
  conveniente ante la mueca de desagrado
  de señoras largas caras refinadas;
  una uña que se encarna        en un dedo,
  en un dado que no gira
                   en un azar que
          no es de nadie;

  O una rata muerta reencarnada     en uña
  o en la misma señora cara larga.

  Salen de la punta, reteniéndose un poco,
                      un pie
  hinchado en su existencia,
                      un pie
                           de nadie tamaño mediano
  silueta sin talón de Aquiles sin huella,
  huella propia                 calzado alto
                      (o alto calzado)
   en número negativo.

                                                     III

  No es por algo
           que no haya música
         es porque no la hay
                y se acabó.
   
              -------------------

  En el hartazgo de escribir a la memoria
  de un olvido invernal y anónimo
  -con ganas, eso sí-
  me topé infinitos espejos en cada verso
  y fui injusto

                                    y fui reflejo...

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Ni Caín es tan malo
Ni Abel tan benévolo
ni lo que digo es nuevo
y el olor que emano
no es insípido
te voltea pero es lluvia,
helicóptero miniatura
levitando el lago del absurdo
como humo sobre la sopa
un mantra evaporado de un soquete,

nadando
respirando

como un pez imaginario en el aire
que a su vez imagina
que a su vez puede soñar.

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Quiero formular sin mover la boca
un símbolo sin nombre, quiero
                                      formas sin definir,
allá donde lo bello es inefable,
el latigazo desconsolante de una tanga
sobre la piel de mi silueta sin cuerpo,
                                      formas indefinibles,
un dedo sin pie ni mano,

¡cuánto tiempo hundido en la arena!

Cuántas ganas de cantar
una contentura en medio del letargo.

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Escuchá cómo canta un pie desnudo.
Dice que sin manos tiene la pronunciación
o-la-caricia bajo las sábanas,
aquellas palabras no pagan
ni su comida, ni su ropa...

Pero le quitan el frío,
y el hambre.

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Puestos poéticamente a confundir
o al menos definir o crear un pie,
digamos que es el apoyo de una viga parlante,
el inicio de un golem de agua,

con planta y              taco ortopédico de piel
varios dedos que andá a saber qué significan,

o digamos que
un pie es
                el presente de cualquier camino.

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Encontré su monólogo:
"Tengo la mala circulación
de no tener ni un poco de suerte
de transpirar hasta por el anular
por problemas que no tengo
por portación de ausentes armas
por las drogas que no consumo
por las facultades carentes
por la espera de la misma nada,
transpiro tanto, tanto
que cuando no transpiro por calor
transpiro por frío".

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No es que me moleste ser pie
porque puedo contar mis penurias,
como la vez que encontré una mujer
que era como un pedal de bicicleta,
no habla de nada,
sus dedos sólo silencio
tributo al fetichismo,
no habla de nada
y coge con todo el mundo,

mejor dejarse el zapato puesto.

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Miamigo Eltipo Encuestión
un día se preguntó que si quería ir
que si en realidad quería ir,
adonde quería ir
y además no sólo eso
sino también llegar.

Me pidió consejo el Sr. Encuestión...

Oh, Miamigo, por fin un tatetí sobre culos y vaginas,
por fin el fin, por fin la soltura,
sepa usted que lo único que se quiere,
luego del talco,
hasta la morfina,
                           es caminar.