sábado, 26 de octubre de 2013

Todo hacia el olvido

   Desertor huí de todos los reclamos, satisfecho de mis propias aspiraciones, y disgusté a tanta gente que si se encontraran todos aquí reunidos, podríamos celebrar mi cumpleaños. No lloro, ya lo olvidé. Llorar es algo que hacía luego de un ataque de ira. Ya no hay ira. Sólo me dejo llevar, de acá para allá, entre corazones impíos y diáfanas voces que me anuncian. Nunca podré escribir más de lo que soy: podré crear personajes que me forman y conforman. La lengua de los muertos, ya la olvidé.
   Precursor, intenté. También lo olvidé.
   Invasor, llamé a todas las invocaciones posibles, conjuré todos los fantasmas de mis mascotas y abuelos fallecidos, a cada recuerdo le borré algún trazo, lo armé a mi gusto, le desfiguré algún gesto.
   Amante, creé en una boca un relámpago, sequé mi sudor en otras pieles, mostré mis dientes con furia, juré a falsas y eternas afroditas, maximicé mis dolores, hasta olvidar.
   Hijo, volví al útero, creé canciones, reencarné las ilusiones de mi carne, extravié mi nombre.
   Poeta, me llamé a silencio, vacilé mi letras, borré todo lo escrito, reinventé mis olvidos.

martes, 25 de junio de 2013

Excusas

   Mirando el espejo -no aquel que representa la forma de lo que soy, sino el espejo que puede ser un lector o bien mi perro que apenas ronca-, pude saber que hay algo inadmisible para mí en todo este embrollo, que suelo llamar el paso de los días y los meses y.
   Digo inadmisible en una dimensión cotidiana, inadmisible en el espejo no por una figura tangible sino por ese sentir que es como una puntada en la espalda que nos hace saber que algo anda mal, que más allá de los humores y las sonrisas, algo anda extremadamente mal y no es el perro ni el lector.
   Escribo como quien quiere crear una imagen estéticamente aceptable, incapacitado de hablarle a los astros. Escribo repitiéndome y sin saber muy bien qué contar. Escribo por costumbre, por adquirir el personaje de aquel que escribe, que se sienta y teclea lo que piensa y por ende se presupone que piensa. Y todo eso es lo inadmisible, lo que no puede ser, lo reprochable. Aquí, alienado y figurado en el mundo de las madres y las novias, como en "El Otro Cielo", y sin posibilidad de encontrar alguna galería conectora. Quiero viajar pero no físicamente, quiero viajar hacia algo nuevo escribible, hacia algo innovador literariamente hablando. Quiero viajar hacia la admiración de los verdaderos grandes sin una gota del patetismo que se presume en estas líneas.
   Y quizá creo que es la plata, y me excuso en ella y en mi madre y mi novia, me excuso en todo aquello que ahora me concierne, con la idea y esperanza de un proceso creativo en gestación...
   Por una razón desconocida quiero renunciar a mi empleo, quiero renunciar a la condena de unas letras ordinarias, destinadas al olvido y al fracaso, a la pesadumbre de Salgari, a la fatalidad de un ebrio Warnicke.
   Quiero pensar para escribir y escribir para pensar, nada de desahogo, nada de vueltas carnero y sobre todo, nada de dinero para el contento de las madres y las novias.

jueves, 23 de mayo de 2013

Monólogo de anti-stand up

   Yo les cuento que el stand up me gusta de la misma manera que me hincha las pelotas. Los standaperos son una cosa media extraña, entre nerd cheto afrancesado, y fascistas con miedo a salir de capital, básicamente gente que vive en un taper de tres ambientes adentro de otro taper, con balcón con vista a otro balcón, que más o menos es lo mismo que la Alegoría de la Caverna, sólo que con electricidad porque si no vieran tanta tele y tanto cine pedorro no se podría explicar la estupidez, la cantidad de boludeses que dicen.  Tal vez por esto para los standaperos sea toda una proeza... tomar un tren, cosa que les resulta más difícil que rasquetear la pared con las uñas.
   ¡Te estás tomando un tren, macho! No estás buscando la cura para el cáncer. No te pongás nervioso.  
Esta clase de tipos de radio taxi y starbucks principalmente se caracteriza por no tener ningún talento nato, sino que elaboran discursos de tan pobre nivel cultural que un Jorge Carlin los hubiera celebrado primero con un mutuo abrazo y después hubiera jugado con su miedo más grande: que los roben.
   El standapero cree que hay "caras sospechosas". WTF? ¿No te miraste al espejo hermano?, parece que tenés un cartel en la frente que dice, robame como el banco.
   El standapero se cree que en su barrio pasan-cosas-que-en-otros-barrios-no-pasan. Es como esa necesidad que tienen de diferenciarse, si ellos no son los más frustrados, no son felices, no pueden con su vida. ¡Andá a África que ahí vas a ver como se te van las frustraciones pelotudas que tenés!
   El standapero cree que el cerebro del hombre y de la mujer son algo muy diferente, (ah y las standaperas ni te cuento), de tan machistaprogreburgués que es.
   El standapero garpa más pelado, necesariamente el primer chiste tiene que ver con su morfología.
   El standapero es, sin cuestionamientos, el marido de una boluda, que todo el día le pregunta qué está pensando.
   Para el standapero hacer unos fideos con mantenca, por alguna mala alineación de astros, es un deporte de riesgo, ¿entonces si preparan un guiso?, ¿se autoinmolan? Dale Carlin, media pila ponelos a hacer guiso.
   El standapero tiene poco sexo, o de mala calidad. Lo dice, lo asume. Y no me vengan con que cada standapero es distinto, porque son la misma gilada funcional con distinta cara. Y a pesar de todo esto, se ríe de nosotros, se ríe de sí mismo pero se está riendo de nosotros, diciéndonos mirá soy un inútil y un pelotudo pero salgo en la tele y tomo radiotaxi y voy a starbucks. Se ríe, con toda la televisión, y a eso se dedica, a repetir el discurso de la clase dominante, con el poco sexo que tiene, se ríe de cómo nos cogen a nosotros.
  Amen.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Mi suerte

   Acabo de borrar un texto entero y me encuentro con una hoja en blanco. Está en mí la voluntad y las ganas -como de tantas cosas- de que quede algo de mí plasmado (puaj, escupitaso) de éstos últimos días que fueron realmente intensos y adrenalínicos. No me siento bien con eso porque yo fui la más grande mierda de mi vida, en esta semana fui lo peor de mí, la bestia que no sabe qué hacer con nada, la bestia que no tiene nada adentro. Eso que claramente tiene que ver con la dificultad de llenar esta hoja, con decidir sobre qué hablar, porque hay algo que quiero tapar, algo del dibujo de palabras que hago acá es mentiroso, intenta elogiar al arte en un acto de repugnante sinceridad, pero el arte lo estoy realizando yo y por ende es un mero elogio a mi ego, culposo y desmedido, niño encaprichado, ego en vísperas de días prósperos, de revolución interna, donde ser sincero y genuino es la más absurda mentira del rey gordo e inútil que juega a ser talentoso bufón con fuego interno y chispa. Y no es así, porque es mentira, porque en realidad lo que quiero decir es "como el talentoso bufón que se convierte en rey", por una razón que no quiere naturalizar se convierte en rey. Esa metáfora o cualquier otra que diga que me estoy convirtiendo en aquello que repudio.
   Ahora más que nunca: ¡Que suerte que siempre se pueda escribir!

lunes, 20 de mayo de 2013

Porque en realidad siempre hubo otro

¿Qué debo hacer? Ya soy tantos que no entro en mis nombres, tantos que despiertan a la hora de los conflictos para unificarse en los perdones. Aquel que hace el amor, el otro que tiene manos con sangre, aquel que mira el cielo buscando formas en las nubes, el otro que acuchilla al aire. ¿Qué debo hacer para calmar las pulsiones? ¿Y qué juego decidirá ella en todo esto? Ella que en un instante de mi síndrome es su propio síndrome, y aquí aquel que no sabe llorar, que con alcohol es dinamita, que no es capaz de insultarla simplemente e ir a dormir, por alguna maldita razón mi síndrome la retiene, culposo, como si hubiera hecho algo más que ser. ¿Qué debo hacer?, ¿quién será capaz de escupirme una verdad en la cara que me dé el llanto? ¿Por qué todas las preguntas las hace aquel que mira las nubes y busca formas cuando hay tantos otros?, ¿cómo hacer para ser siempre aquel y sólo amar, y no pedir nada, y no desear nada, y no pretender nada aunque quizá lo piensen muerto? Ya no quiero hablar de Nixanemia porque sería hipócrita, yo que por lo menos era dos, ahora creo ser tres, ¿y mañana y ella?

miércoles, 17 de abril de 2013

Buenos Aires cada vez más yankee

El gil de la moto chopera con sus dientes blancos,
el comerciante que fuma y saluda a la encargada del edificio,
el indigente de mi barrio que piensa todo el resto de su vida en alcohol.

Yo no encuentro el horizonte.
¿Dónde me alisto a la revolución?

El gil de la moto chopera
y el de traje y corbata que mira su teléfono.

El drogadicto que me pregunta:
¿amigo, una ramapaquemá?

La peluquera que alguna vez fue hombre,
la 4x4 polarizada de un conductor sin rostro,

¿dónde me alisto a la revolución?

El gil de la moto chopera y campera de cuero,
el intendente que nunca está en la Municipalidad,
el asesor que manda otra moto a buscar un papel,
un papel escrito que no sabe de éste poema,

¿dónde me alisto a la revolución?

Buenos Aires está cada vez más yankee,
más flow
más skate
más tatoo
más dolar blue.

El gil de la moto chopera,
que viaja solo
pero yo sé que se garcha
a la más blonde de las rubias,

y yo no encuentro un horizonte.

sábado, 6 de abril de 2013

A vos te pregunto

¿cómo puede ser?

Dime más sobre esa sensación.

De sentirme.
Objeto

a institucionalizarme,

¿qué es eso?,

típico de un monstruo
de otra cofradía.

Dime más

sobre los ademes que
en cordialidad 
se hacen los astros.

De mí,
que sabes
otras nubes

y a lo mejor creas en lo perpetuo

a vos,

te pregunto,
¿dónde podré
encontrar
mi cosmos?

¿Y la conciencia,
y la conciencia?