sábado, 13 de octubre de 2012

Funeral


   Es insignificante que al funeral de un payaso hayamos venido los poetas con los poetas y los malabaristas con los malabaristas, como una meticulosa orquesta sin sorpresas o el comedor de un obsesivo compulsivo. Lo que importa, lo que realmente importa, es que nos ha dejado un amigo qué digo un amigo, Rulf era como ser un ejemplo para todos nosotros, un símbolo o ícono de todo aquello a lo que aspirábamos, aquello que anhelábamos: la sonrisa contagiosa, la risa desenfrenada como una varicela.
   ¿Cómo no llorarlo y agradecer por tantos años de compartir juntos charlas metafísicas?, ¿cómo no extrañar la incomparable rareza del aroma a fresno en su clásica chaqueta escarlata?
Hoy lo velaremos a cajón abierto y cuando lloremos sobre su pecho, de su flor nos salpicará agua, y se reirá en todas nuestras caras con el talante de sus bromas. Déjenme despedirme último, que todavía tengo esa esperanza.

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