No es para mí el pulso.
Si usted lo piensa bien
puede llegar a darse cuenta:
los que hoy hablamos
somos los hijos de los 70',
los hijos de la biblioteca de casa,
esa que nunca
volverá a ser quemada,
porque los enemigos saben
que no es el pulso,
es el latido del reloj
que en cualquier momento
nos despierta.
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