viernes, 29 de marzo de 2013

Talando



 Comenzó a talar, la motosierra rugía endemoniada. El metal tocó la corteza y se fue profundizando con la presión. Él sintió un leve dolor en el costado de su cuerpo, a la altura de la cintura, que luego se hizo insoportable. No quiso parar, ya estaba por la mitad, pensaba que cuando concluyera la tarea, el dolor se apagaría instantáneamente. Pero pronto no pudo más, intentó sacar la motosierra, pero ya estaba bien encastrada, lo único que quedaba era seguir, dejar la vida. Con un poco de suerte el frío que sentía cesaría. Hizo su último esfuerzo y traspasó el árbol. La parte superior del tronco comenzó a caer, el dolor había terminado, su cuerpo imitó al árbol separando el esqueleto a la mitad. Savia y sangre se juntaron, cuerpo y corteza miraron el cielo. La motosierra rugía en el piso.


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